10.4.08

Desde la multitud de la soledad... tal vez.

Querida soledad:

He de darte las gracias porque durante mucho tiempo necesité de tí para aclarar la cabeza, para organizar el caos interno que tenía, para replantearme todo de nuevo. He de darte las gracias por haberme abandonado a tiempo, y, tal vez, por haberme empujado a esta compañía. He de darte las gracias por intrometerte, ni dejarme entrar de nuevo en las cuevas de ese sentimiento. He de darte las gracias por ayudarme, no sólo cuando estabas, sino cuando me abandonaste. Fuiste tú, o fui yo en tus cuevas, donde abrí de nuevo la mente, donde en vez de organizar el caos de mi cabeza, me acoplé a él, y ahora soy quien soy.
Por todo ello te doy las gracias, y por no permitir que en ningún momento, ahora, me quede solo, aunque físicamente lo esté, porque estoy seguro que eres tú quien me trae a la cabeza la imagen de Sandra, la conversación que he tenido con mi Padre, la mirada de mi Hermana o esos momentos con los Amigos. Eres tú quien me recuerda el abrazo de Mamá, y todo ello, no me hace sentirme solo. Hace[s]que me sienta completo, completamente acompañado.

Gracias. Recibe este afectuoso abrazo.

26.2.08

Desde mi almacén de alas... tal vez

Amada mía:

Quiero contarte una historia con esta carta.
Era un ladrón de alas, robó alas a los escarabajos y a las mariposas, robó alas a jilgueros y golondrinas, a ángeles y querubines. Más tarde, pidió consejo a un colibrí para que le enseñase a volar; y aprendió a volar, pero no podía. El colibrí le dijo "vuela con alguien que te quiera y a quien quieras, así las alas te pesarán menos". Y mientras ella llegaba, él confeccionaba unas enormes y sublimes alas, trabajaba día y noche, mañana y tarde, recibía visitas de colibríes, de vencejos, de golondrinas, de insectos volarodes y casi todos se reían de sus alas...
Y ahora que te conozco, que te quiero, que tengo mis alas terminadas, te invito a un vuelo, te invito a que nos perdamos por mares lejanos, por ciudades de plantas coloreadas, por lugares de viejos amores y pasiones... por paraísos inciertos de los cuales seamos los principales y únicos descubridores.

Un beso alado.

7.1.08

Desde mi habitación en la noche... tal vez.

Querida Luna Gata:

Verdaderamente envidio tu vida y ese juguete que te compró tu humano.
Yo quiero vivir como tú, pasando de todo, o casi todo, no llegaría a ser tan solitario, como lo eres tu, querida, y menos ahora, puesto que con el humano que tienes a tu cargo me llevo muy bien, sí sí, ese que nos reúne en su/tu casa. Por eso te pido disculpas cuando en manada, vamos a invadir tu territorio y veo en tus ojos y en tu cara como una especie de depresión, de deseo de que nos vayamos todos... pero entiendenos, querida Luna, somo humanos, una especie muy rara, muy dificil de comprender, mucho más complejas, y a la vez sencillas que vosotros los gatos.
En fin, Luna, que yo podría haber sido tu humano cuando apenas ocupabas la superficie de la palma de mi mano, pero al humano que tienes ahora le hiciste un favor no provocándole alergia... y quedamos en que yo era tu padrino... cachis, me estoy emocionando, si yo te he visto crecer... lo voy a dejar aquí.

Un saludo Luna.

P.D:
Te recomiendo encarecidamente que no me adoptes, que te quedes con el humano que tienes, a él se le va menos la pinza... y mándale un abrazo de mi parte. Voy a tomarme la pastilla, marramamiau!
P.D 2:
¿Dónde está mi pinza?

17.10.07

Desde mi dolor de espalda... tal vez

Hola:

Sí, me duele la espalda, y no sé por qué. Escribo esta carta a todos y a nadie, y tampoco sé por qué. El caso es que me duele la espalda, me duele a la altura de los riñones, en la zona lumbar más concretamente. Causas más probables: que haya cogido frío esta noche, y que, si a su vez lo juntamos con mi estado próximo de congestión y resfriado pues hace que me encuentre cansado, como drogado, sin ganas de nada y ese es el motivo por el que escribo esta carta. Porque me duele la espalda y porque no tengo nada que decir, pero tengo la necesidad de escribir una carta, aunque no tenga un destinatario, o los tenga todos.

Ahora que lo pienso, otra causa de mi dolor de espalda puede ser la caída sufrida esta tarde intentando cojer una paloma. Sucede que me compré un rotulador verde, para pintarlas a todas de ese color, y en el intento de atrapar a una, sufrí la caída desde uno de los pinos de la plaza, el viejo campo de fútbol. Pero conseguí mi objetivo, y ahora vuela una paloma verde por los tejados de mi barrio. Mañana, serán más.

En fin, me despido nihilistamente, drogadamente por el sueño y el dolor de espalda. Mañana el cielo se teñirá de verde.

Hasta otra.

11.9.07

Desde la copa de un árbol de mi barrio... tal vez

Cotorras de la Universitaria:

Os echo de menos. Desde que en febrero dejé la Universidad, desde que dejé de frecuentar la Universitaria, la única cosa que echo de menos es a vosotras. Echo de menos esas tardes en las que salía a mitad de la penúltima clase y me iba a esos altos pinos donde os escondíais y me dejábais subir para ver el ocaso, para hablar de ella, para pensar... qué momentos de paz y de tranquilidad, de dejar volar hasta el último de los microbios de mi cuerpo mientras vosotras, hermosas cotorras, revoloteábais por vuestros nidos, alimentábais a vuestros pichones, hablábais de todos esos vagos que se tumbaban a la sombra de vuestro/nuestro pino y alguna vez, planeábamos, vuestras crías y yo, cagarles en la cabeza, o en los libros, o en esas mochilas que llevaban, y ellas, las crías, se reían... De veras, os echo de menos.
Tengo intención de volver, espero tener las puertas abiertas. Aquí, en mi barrio, hay pinos de no tan altas copas. Los tenéis abiertos, podéis venir cuando queráis. Hay urracas, vencejos, las golondrinas empiezan a irse, palomas que algunas tarde crucifico en mi mesa y gorriones.

Un saludo a todas.

3.9.07

Desde una habitación como un útero... tal vez.

Querido niño muerto:
Aclárame una cosa, ¿Eres una reinvención que he hecho de mí, sin olvidarme de quién soy, para no dejar a mamá huérfana de hijo?
Te escribo esta carta porque hay un olor como de leche materna en la habitación, en esta habitación donde cada noche me asusta pensar que mamá está huérfana de hijo, donde me asusta pensar que ya no está en la habitación de al lado.
Aclárame otras cosas. ¿Viajas tú, niño muerto, en el vientre de mamá? Si es así, ese es el motivo por el que cuando a veces paseas conmigo, yo siento la extraña sensación de una paz antes sentida, de flotar en un ambiente que me retrotrae a cuando yo no era. ¿O puede que tú lleves a mamá en tu vientre, y cuando paseo contigo, en realidad lo haga dentro de tu vientre de la mano de mamá? Si es así, es por eso que en ocasiones siento crecer cuando duermo... .

Me acuerdo de aquella tarde, que íbamos los dos en el Metro y tu te pusiste a jugar con un niño sordo, y yo discutía con los dioses, con la naturaleza. O de aquel día, de aquella noche que conocimos a esa mujer y tu me decias, tirándome de la manga del jersey, "es ella, es ella" y yo te miraba y tú te reías con una risa traviesa, como diciendo sé lo que te digo.
Y qué más decirte, sólo pedirte que me aclares esas cosas, y que no dejes de ser esa reinvención de mi persona para no dejar nunca, a mamá, huérfana de hijo.

Sergio Sánchez

P.D:
Aunque a veces me sienta en el interior del útero de mi madre, si la ves, dala un beso en la tripa, a la altura del ombligo, en el centro de ese capullo en flor de rosa amarilla.

28.8.07

Desde un día cualquiera...para mí.

Señor contador de gametos (yo):

Como he podido advertir estos días por sus neuronas, camina perdido un poema a medio hacer con titulo determinado. Si no me equivoco, el titulo es el siguiente "Inventario ornitológico urbano" llevando como subtitulo, o título alternativo, "Los pájaros de mi cabeza".
Por lo tanto, yo, como componente de tí (de mí) me veo en la obligación de pedirte que cuando ese poema haya salido de una puñetera vez, y perdón por la expresión, de tu cabeza, me lo muestres, me dejes leerlo, e incluso retocarlo, pues tanto intervenimos en el tú (yo) como yo (tú).

Un saludo del catalizador de sentimientos de insectos.

25.8.07

Desde su ático... tal vez

Querido:
¿Ves? Yo empiezo las cartas con un querido, aunque en el fondo no esté segura de sentirlo, pero sólo por cortesía... .
Mientras te escribo esta carta, me acuerdo de tus fotos, esas que hacías del anochecer, esas que tantas veces me prometiste que me regalarías, igual que esos retratos que alguna vez me dijiste que me harías con alguna de esa viejas máquinas de fotos tuyas. Me consta, que tienes algún retrato mío colgado por las paredes de tu casa, en blanco y negro además. Dicen que salgo muy favorecida, pero esto no tiene que ver con tu carta.
En cierto modo entiendo que te guste cuando sufro, porque, como tú dices, me sientes más, sin embargo no termino de comprender cómo te puede gustar cuando amo a otro sin sufrir, no entiendo por qué te gusta sufrir, qué te aporta el sufrimiento, qué te pasa por la cabeza para decir "Me gustas cuando amas a otro sin sufrir, porque es entonces cuando yo, soy capaz de sufrir."... tú sabrás, siempre fuiste un poco raro en eso de los sentimientos, eres un romántico en pleno siglo XXI.

¿Contestarás?

P.D:
La vie en rose, canta Edith Piaf mientras te escribo, querido. La vie en rose, como este ocaso, como tus fotos que todavía espero... .

Desde Madrid... tal vez

Quizá debería empezar esta carta un "hola" o con un "querida Luci" o "querida Gala" o cualquier nombre, pero no me sale, tal vez porque nunca he escrito una carta, o porque no me salen los "querida" ni todas esas cosas cuando en el fondo no las siento... o tal vez sí pero me cuesta expresarlas, aunque pienso que no es extrictamente necesario empezar así una carta cuando voy a decirte lo que te voy a decir y es que... Me gustas cuando sufres porque te siento más. Me gustas cuando amas a otro sin sufrir, porque es entonces cuando yo, soy capaz de sufrir. Puede que no me entiendas. Ya me lo dirás.

Hasta pronto.