26.2.08

Desde mi almacén de alas... tal vez

Amada mía:

Quiero contarte una historia con esta carta.
Era un ladrón de alas, robó alas a los escarabajos y a las mariposas, robó alas a jilgueros y golondrinas, a ángeles y querubines. Más tarde, pidió consejo a un colibrí para que le enseñase a volar; y aprendió a volar, pero no podía. El colibrí le dijo "vuela con alguien que te quiera y a quien quieras, así las alas te pesarán menos". Y mientras ella llegaba, él confeccionaba unas enormes y sublimes alas, trabajaba día y noche, mañana y tarde, recibía visitas de colibríes, de vencejos, de golondrinas, de insectos volarodes y casi todos se reían de sus alas...
Y ahora que te conozco, que te quiero, que tengo mis alas terminadas, te invito a un vuelo, te invito a que nos perdamos por mares lejanos, por ciudades de plantas coloreadas, por lugares de viejos amores y pasiones... por paraísos inciertos de los cuales seamos los principales y únicos descubridores.

Un beso alado.