10.4.08

Desde la multitud de la soledad... tal vez.

Querida soledad:

He de darte las gracias porque durante mucho tiempo necesité de tí para aclarar la cabeza, para organizar el caos interno que tenía, para replantearme todo de nuevo. He de darte las gracias por haberme abandonado a tiempo, y, tal vez, por haberme empujado a esta compañía. He de darte las gracias por intrometerte, ni dejarme entrar de nuevo en las cuevas de ese sentimiento. He de darte las gracias por ayudarme, no sólo cuando estabas, sino cuando me abandonaste. Fuiste tú, o fui yo en tus cuevas, donde abrí de nuevo la mente, donde en vez de organizar el caos de mi cabeza, me acoplé a él, y ahora soy quien soy.
Por todo ello te doy las gracias, y por no permitir que en ningún momento, ahora, me quede solo, aunque físicamente lo esté, porque estoy seguro que eres tú quien me trae a la cabeza la imagen de Sandra, la conversación que he tenido con mi Padre, la mirada de mi Hermana o esos momentos con los Amigos. Eres tú quien me recuerda el abrazo de Mamá, y todo ello, no me hace sentirme solo. Hace[s]que me sienta completo, completamente acompañado.

Gracias. Recibe este afectuoso abrazo.